Y se acabo el cuento,
se acabaron todas las páginas,
las hojas que se llevó el viento,
el eco de los lamentos,
la fuente de las lagrimas.
hoja tras hoja, avanzando
aun cuando se veía la contratapa.
Pero ¿dejamos de leer?
No, en ningún momento.
No importó seguir la marcha.
¿Qué importa ese futuro no incierto?
¿Que importaba la inminencia?
Se avanza paso a paso,
página a página a conciencia,
tratando de ver medio lleno el vaso,
sabiendo que la vida no tiene clemencia.
Y cae la última hoja,
de la adicta obra,
cruel telón en blanco
y buscamos,
en vano y desesperados,
ese continuará por todos lados.
Pero no hay nada,
la hoja sigue en blanco
y sobre ella cae la tapa.
Y sobre esta una mano
definitiva, huesuda, blanca,
cerrando la fatal contratapa.
Y una voz macabra y fría dice
—No conserves la esperanza,
no todos los finales son felices,
Ni todos los cuentos parte de una saga.
Hay historias que cuando acaban, acaban.
Y las huellas,
de nuestro viaje por ellos,
marcada, no en sus páginas,
sino en nuestra alma.
Bello pero descorazonador, Askmaster. Prefiero pensar que el relato de nuestra vida no llega al «The End» mientras sigan escribiéndolo aquellos que nos han querido… Un abrazo.
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Loa autores vamos pasando, uno tras otro, pero las historias son eternas. Habrá que volverse historia para pasar a la eternidad.
Abrazos Bumerán querido Inspector, de esos que van y vuelven.
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Claro que es así. De hecho, es así con todas las historias. Más aún, la vida acaba mal: con la muerte.
Solo nos queda disfrutar de la historia mientras dura. Cuando llegue el FIN, que me quiten lo «bailao».
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Que se atrevan, lo baila’o y lo comi’o. Que con sólo eso ya tiene para un buen rato de intentarlo.
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