Y desde el horizonte la Muerte alzó la quijada,
su mirada, a la sombra acostumbrada,
atravesó de lado a lado el mundo abandonado
sin olvidar de escrutar, ningún lado.
Esgrimió la guadaña, en su huesuda mano,
a la espera que sus predecesores hubieran acabado,
a que ya no quedara esperanza resguardada,
a que no quedara por salvar más nada.
Pues en ese momento,
cuando todo hubiera acabado,
bajaría su mano y su segadora arma,
y acabaría por segar de este mundo su alma.
De este mundo en agonía,
brotan estas palabras.
pronunciadas por las últimas esperanzas,
que quedan en sus ruinas escondidas.
👏
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