Poder sacar tus palabras,
del otro lado del espejo,
donde florecen día tras día
y mueren noche tras noche.
Volverlas semillas,
sin discriminar las más bellas,
todas ellas,
de las más grandes a las más pequeñas.
Sembrarlas en mis sueños,
en el mar de la nostalgia.
y que cada una de ellas de un fruto
con las que alimentar el alma.
Para que no muera de hambre,
para que no muera de frío,
para que no muera de pena,
para que no muera de olvido.
Y un día apartar el follaje,
de aquel bosque cultivado,
y mirarte, enmarcada en sinople,
sonriendo como aquellos días.