Herido por un arma ficticia,
cruza su cuerpo un corte imaginario.
¿Por qué duele entonces el alma?
si no hay carne que sustente el agravio.
¿Por qué comprime el pecho el recuerdo?
¿Por qué nos acalora la memoria?
humo afilado sale de nuestro pecho,
aguzado el filo con nuestra propia historia.
Cae sobre la hoja nuestro cuerpo,
las rodillas dobladas por la derrota.
Si todo esto no es cierto,
¿Por qué se siente la carne rota?
¿Es menor la injuria,
por no atravesar la carne y el hueso?
¿Es menor el daño,
por apuntar al alma y no al cuerpo?
Guardamos dagas en nuestra memoria,
con celo y gallardía.
aun a sabiendas de que cada historia
volverá a matarnos uno de estos días.
Tú mismo te lo has explicado: la espada de la indiferencia traspasa el alma que es el motor del corazón. Pero el alma no cicatriza así que como así. La infección del recuerdo vuelve a abrir la herida.
La solución es que te vayas a urgencias a que te laven la herida y te pongan un par de grapas.
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Y si no basta un par de grapas ya podríamos cauterizar con la misma hoja al fuego ¿no?
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Puro sentimiento. Besos a tu alma.
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gracias!
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