Brotando su cuerpo de la sangre derramada,
su cráneo rojo, su espalda escarlata.
Montó el jinete su corcel invisible
y miró el río de sangre que sería su marcha.
Y recorrió, la carmesí mancha,
deteniéndose cada vez que percibía una mirada,
un atisbo de las escondidas esperanza,
que sólo trataban de proteger su manada.
y saltaba, directo a su mente,
esgrimiendo en alta su espada.
El metal rojo sangre,
reluciendo en al oscuridad que dejo Hambre.
Y de un solo tajo arrancaba
lógica de las emociones,
de un solo corte derribaba
seguridades y convicciones.
Y de cada abismo abierto,
las preguntas en las esperanzas manaban,
¿Por qué quedarse y resistir?
¿Por qué no huir en desbandada?
Y siguió de mirada en mirada
cabalgando Guerra las mentes dañadas,
navegando el río de sangre,
apagando, con su espada, las últimas esperanzas.
Nota: Buscar una imagen para la cabecera de este… esta cosa ha sido bastante difícil. Google no filtra el contenido sensible y lo peor es que tampoco estoy conforme con lo elegido. Pero bueno, a hacer tripas corazón.
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Hacía tiempo que no leía nada tuyo (entre el mes de asueto que me he tenido que coger y que habías descendido tu ritmo de publicación, pues…), y este poema es de mi onda, como bien sabes: Violencia y sentimiento a partes iguales 😉
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Si, me perdí por mucho tiempo. Aun no sé si volveré definitivamente o aumentare el ritmo, pero ya sabes. Es difícil dejar las viejas costumbres. Aun me debo darme un paseo por tu blog para ver todo lo que me he perdido.
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Reblogueó esto en Directas & Indirectas.
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