Cuando sonó la primera trompeta,
nos tembló la tierra.
apenas nos pudieron las piernas,
rodó nuestra seguridad por el suelo.
Y toso eso que parecía tan seguro,
o se estrelló o se rompió en pedazos,
volaron platos, volaron cazos,
el mundo se quedó sin muros.
Cuando sonó la segunda trompeta,
El mundo se bebió sus llantos,
desaparecieron ríos, desaparecieron lagos,
no quedo agua alguna a la vista.
Se abrió una grieta
en los jarros de la templanza,
se escurrió la confianza.
y ya no se veía las estrellas.
Cuando sonó la tercera trompeta,
se instauró la oscuridad y el silencio,
Nada quedo de lo antiguo,
nada que prometiera lo nuevo.
de la mano reptó la negrura
con la mutes de la noche eterna,
el nuevo rey, la nueva reina,
de un mundo caído en la ruina.
Cuando sonó la cuarta trompeta
se levantaron los huesos,
aquellos esqueléticos miedos
que había enterrado tu sonrisa.
Un séquito creado de complejos,
de inseguridades y emociones arruinadas,
buscando a tientas, cualquier luz extraviada,
para disolverla en el olvido.
Cuando no sonó la última trompeta,
nadie quedaba que no la escuchase.
El mundo cerró sus ojos.
y él volteó. distante.
Y cuando volverá a tocar la bandita? No quiero estar ahí 🙂
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Por estos días estarán de gira por la tierra sin Luna, así que quizás toquen pronto. El problema es cuando se nos vengan al mundo acáfuera.
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Tremebunda situación, escalofriante.
Cada vez que toca alguno es como si abriese la boca una suegra o un cuñado
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o dos suegras al mismo tiempo… Brrrr…
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Reblogueó esto en Directas & Indirectas.
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