La tercera,
tus ojos oscuros al descubierto,
la mirada esquiva,
y la sonrisa tímida.
Tus labios de Luna,
sonriendo a escondida.
Jugaban dos ángeles
en torno a tu vida,
No, no los veía.
pero sí, lo sabía.
Y aunque estabas tras las montañas,
aun eras mía.
De rojo y de negro,
y sobre tu hombro el pelo cayendo.
De la tercera son tus ojos,
los que alimentan mi recuerdo.
Siga, siga usted con la cuarta 😉
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Gracias, ya hoy toca.
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Vaya, me adelanté con la anterior. Mi holgazanería disfrazada de pragmatismo me la jugó.
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Mejor si te adelantas. Más llegan luego.
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