La máscara baja,
a lo profundo.
De tanto vagar, en su búsqueda,
el danzante ha perdido el rumbo.
Sus pies ha gastado,
y tras las manos,
sólo el cuerpo le ha quedado.
Una larva apenada, un triste gusano,
vaga de lado a lado del escenario.
En mar se ha convertido su llanto.
Un caracol, la máscara de casco,
que va desapareciendo sin dejar rastro.
Así como los mismos versos,
también se van acabando.
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¿Se van acabando? ¿Queda algún otro acto? Pillo bastante el sentido de este poema, pero me da que, cuando esté toda la función, me tendré que releer todo a ver si capto todo 😉
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Sólo déjese llevar Milord.
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Si eso de dejarme llevar ya lo he intentado, pero tengo que hacer lo que el Bóvido Sublime: releérmelo todo. Porque cuando pensaba que la cosa iba por ahí, resulto deambular por otros lares.
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